La llegada de Fernand Léger a París coincidió con su acercamiento al mundo del arte. Aunque no fue admitido en la escuela de Bellas Artes, compaginó su aprendizaje por libre con su trabajo de delineante en un estudio de arquitectura. El contacto con Cézanne y el primer cubismo decantaron la evolución de su obra, y logró exponer junto a Picasso y Braque en la galería de D. H. Kahnweiler en 1910.
Las primeras obras de Léger partieron del impresionismo para dar paso a un personal cubismo. A partir de 1912 Delaunay influyó profundamente en su obra al utilizar los colores puros, creando composiciones de fuertes contrastes con tendencia a la abstracción que, a su vez, iban adquiriendo un mayor ritmo y dinamismo.
Después de la guerra, las figuras y objetos representados en sus obras se caracterizaron por sus formas tubulares y maquinistas. En la década de los treinta comenzaría su acercamiento a Estados Unidos, donde expuso en 1935 en el MoMA de Nueva York y en el Art Institute de Chicago. También durante esos años, impartió clases en la Universidad de Yale hasta su regreso a Francia en 1945. En 1955, año de su fallecimiento, ganó el gran premio de la Bienal de São Paulo. Su extensa producción abarcó distintos materiales, técnicas y soportes, como fueron los murales, vidrieras, mosaicos, cerámica, la ilustración de libros y el diseño de decorados y vestuario para cine y teatro.